sábado, 17 de enero de 2015

CUENTO - CAMINO A CASA

Fue una tarde de invierno cuando Julio salió de viaje con un dirección a un pequeño poblado a unos 40 minutos de la ciudad de Mérida, básicamente el poblado se encuentra en el estado de Campeche. Es una pequeña comunidad llena de tradiciones mayas. Viajaba solo en su coche de cuatro cilindros al encuentro con sus familiares a las que tenía que asistir por compromiso.

Se le hizo de noche debido a que se le olvidó llenar el tanque de gasolina, además de que entró a una de esas tiendas de 24 horas que están a in costado de las gasolineras. Se comió algunos bocadillos y se tomó un refresco de cola, al mismo tiempo no dejaba de mirar la pantalla de su teléfono celular viendo las noticias y avisando que llegaría pronto, lo cual era mentira puesto que ya había perdido mucho tiempo con ese aparato. Cuando hubo terminado de jugar con el teléfono se dio cuenta que ya era pasado de las ocho de la noche, por lo que decidió continuar su camino. Julio pensaba que llegaría a eso de 40 minutos, saludaría a la tía que siempre dice la misma historia, veria a su primo Eduardo con su familia y se preguntaría como es posible que pueda alimentar a a cuatro personas, porque estas comían por ocho. Se río en silencio en la.oscuridad de su coche de solo pensarlo.

Julio es una persona solitaria, a veces piensa que está mal, que debería casarse, tener hijos y dividirse en laa fiestas familiares, en Navidad ir a casa de sus papás o en año nuevo ir a casa de sus suegros y escuchar los reproches de ambas familias por el hecho de no acudir para la fiesta anterior. El realidad disfruta de la soledad de su vida porque piensa que es una manera enriquecedora de vivir, aprender y comprender muchas laa situaciones que le presenta la vida además de tener la oportunidad de redescubrirse.

Todo el camino venía pensando cuando se dio cuenta que se había salido de la avenida principal y se encarriló por una calle angosta de un solo carril, las cuales abundan por esos lugares, no veía más que lo que le permitía ver los faroles del coche, rodeado de una oscuridad tan profunda y una espesa hierva por todos lados. Se veía una luna llena en el firmamento acompañada de un centenar de estrellas que torpemente iluminaban el camino.

Julio bajo la velocidad para ver donde se encontraba pero no logró visualizar letrero alguno que le indicará su localización. Decidió que no le tomaría importancia y continuaría su camino cuando un golpe sordo golpeó una de las ventanas del coche, lo que hizo que Julio diera un respingo y mirara a la derecha observando un rostro que le sonreía copiosamente, Julio freno y cerró los ojos y al abrirlos no vio más que hierva y oscuridad. Al intentar encender el coche se dio cuenta que no arrancaba y se apagaba. ¡Qué demonios! Exclamó miro su teléfono celular y estaba apagado, ya se había agotado la pila. Mañana mismo me cambio de teléfono se dijo al mismo tiempo que lo tiraba al asiento de atrás.

La noche era fría y escuchaba el ulular del viento, se oía el susurro de la hierva diciéndole que se quedara en el coche o eso creía escuchar, pero no le dio importancia. Abrió el capó y la oscuridad se hacía presente impidiéndole ver con claridad que pudo haberle sucedido, recordó que tenía una pequeña lámpara en la guantera, todo en ese momento le parecía tétrico escuchaba pasos por la hierba el canto de un pájaro, sin embargo se armó de valor y continuó con la búsqueda del problema. Lo único que quería era irse de ese lugar y llegar a casa, se sentía observado una sensación que no le agregada en absoluto.

Ya con la lámpara por fin pudo ver si algo andaba mal con el motor o si algún cable está fuera de su lugar, de repente en ese momento una voz áspera y fuerte le dijo son las bujías, asustado volvió la mirada sobre su hombro y no vio a alguien, ya empezaba a temblar y a sudar cuando regresó la mirada al motor y escucho de nuevo son las bujías amigo, al mirar a su derecho vio con espanto el rostro que había visto cuando escucho el golpe en la ventana de coche, dejó caer la lámpara y con un impulso obsesivo corrió lo más rápido que pudo, no supo la distancia que recorrió, solo lo hizo sin mirar atrás, sin importarle el coche, o bien nada en absoluto solo corrió hasta llegar a una pequeña cantina en uno de los poblados más cercanos. 

Se dirigió a la barra y con voz nerviosa y asustada le pidió al cantinero que le sirviera lo más fuerte que tenga. Le servicio un caballito de tequila y de un solo impulso se lo tomo y pidió otro. Se ve usted pálido le dijo el cantinero al tiempo que terminaba el otro trago. Con voz nerviosa le contó lo sucedido, el cantinero esbozó una sonrisa mostrando la falta de dentadura y le dijo que lo que pasa es que usted no sabe de mecánica y rio a carcajadas. 

Cuando se hubo tranquilizado, el cantinero le prestó una bicicleta que tenía en la parte posterior de la cantina y una linterna, para que Julio regresará a la búsqueda de su coche. En su mente se repetía que todo era producto de su imaginación que era imposible que le hayan golpeado la ventana de su coche y que haya habido alguien a su lado.

Conforme avanzaba se hacía más oscuro el camino y la lámpara empezaba a fallar, escuchaba susurros como la última vez, en su mente se repetía no hay nada, aunque los sonidos cada vez se hacían más agudos. Intento acelerar el paso sin conseguirlo, tonto de él, tenía puesta la presión de sus manos en los frenos de la bicicleta lo que le impedía avanzar a prisa, con un esfuerzo que le pareció sobre humano suavizó la presión que estaba ejerciendo y ya pudo acelerar. Empezó a tararear una canción en su mente para olvidarse el viento frio y de los susurros que escuchaba.

A lo lejos alcanzó a visualizar algo blanco le pareció ver un caballo blanco situado en medio de la carretera y se preguntó ¿Que demonios pasa? Y ahora escucho de nuevo aquella voz pero estaba riendo, volvió la mirada pensando que vería el rostro pero no había nada y tampoco el caballo, ya por fin veía el coche pero por alguna razón sentía que no se acortaba la distancia entre el y el coche, después de un tiempo, que le pareció infinito, llegó al coche, se bajó de la bicicleta, la introdujo a la parte de atrás del coche, se subió en él, introdujo la llave y la giró dubitativamente, pero encendió el coche, se bajó lo más rápido que pudo y siguió su camino. A lo lejos veía un caballo blanco con ojos rojos y sobre él veía una persona que sonreía y se despedía de Julio.

A la mañana siguiente llevo de regreso la bicicleta a su dueño, pero para su sorpresa la cantina en la que entraba estaba completamente vacía no había nadie y tenía un letrero que decía "CERRADO POR REMODELACION" fecha 1995. 

Fin
Autor: Jorge Garcia

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